El Club Sport Emelec FUE TODO LO QUE ESTÁ MAL si se habla de administración deportiva
Y lo peor es que las prohibiciones de fichar, más un llamado tardío a elecciones, les hará iniciar el 2025 con los que puedan renovar y lo que se coseche de canteras
Hablar del Club Sport Emelec es hablar de todo lo que se ha hecho mal en el fútbol y en el deporte ecuatoriano. Siendo uno de los clubes más ganadores de nuestro país, y con un pasado cercano brillante, ahora hablamos de un equipo que parece no tener marcha atrás en su caída.
Sus socios debieron escoger entre el menos malo, esa es la realidad. Y en medio de turbulencias y temas internos que mancharon la imagen de uno de los más grandes del país, José Pileggi llegó a la presidencia para no hacer absolutamente nada bueno.
El equipo, futbolísticamente hablando, se ha quedado fuera de los torneos CONMEBOL por segundo año seguido, y eso que la Copa Sudamericana no representa mayor mérito. Pero en lo institucional es penuria tras penuria, porque lo más seguro es que no puedan fichar en el siguiente mercado de transferencias, y tengan que arreglárselas con lo que hay. Porque Pileggi abandonó el barco cuando ya no pudo más con la presión, y sus sucesores, que se aferraron al cargo sin gestión que haya sido visible, tardaron tanto en llamar a elecciones, que recién a finales de febrero, ya con todos los jugadores arreglados en otros equipos y quizá con el torneo iniciado, entrarán en funciones sus nuevos administradores. Todo esto, luego de una gestión plagada de mentiras, porque sus propios jugadores, en medio de sus tantas huelgas, lo dijeron públicamente.
La FIFA se le vino encima al Ballet Azul, su estadio está virtualmente embargado por falta de pago, los juicios y los reclamos por todas las vías posibles, aparecen todos los días. Y el equipo ya no tiene derechos de televisión por 2025, se los adelantaron y/o fueron comprometidos. ¿Y auspiciantes? Nada en un año…
Pero eso no es todo. En las entrañas de la institución se vive una interna atroz, violenta y desmedida, que no ayuda en absolutamente nada. ¿Figuras que aparezcan como una solución? Lo único que queda es creerle a José Auad, un dirigente que ha pataleado en todas las entrevistas dadas y que ha dicho una serie de sinsentidos poco creíbles en pleno siglo XXI. El panorama es negro y, como ya lo dijimos al inicio, parece que la caída en picada no tiene contención alguna.
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